viernes, 4 de noviembre de 2011

SPAIN IS DIFFERENT

Ayer en la mañana. Estaba en una cafetería haciendo tiempo cerca de Plaza Catalunya. La cafetería encantadora, con unos sillones confortables donde podrías tomarte un café, leerte un libro completo y casi mudarte si todo se tuerce y te echan de casa. Realmente un lugar cómodo – pensé - . Lo mismo debieron pensar dos señoras de unos 70 años que tuvieron la mala suerte de llegar cuando no quedaba ni una sola mesa libre.
A mi lado: una chica extranjera jovencita de unos 23 años, sola. (Sola en mesa de tres = 2 sillones libres), debieron pensar las señoras mayores. Quizás añadirían en su pensamiento (sola = pobre= no le vendrá mal compañía). O quizás no, quizás sólo se quedaron en que los sillones eran muy cómodos y estaban vacíos, y ellas muy cansadas y estaban de pie. Total, que las mujeres se le acercan y le dicen, mientras toman asientos, que si no le importaba compartir. La jovencita no entendía mucho español, pero veía la invasión con ojos como platos por la sorpresa y empezó a mover la cabeza afirmativamente con risita nerviosa. Cualquiera decía nada.
Las mujeres se sentaron, reían y parloteaban, compartieron confidencias, que “si el Pedro no es muy guapo, pero tiene buen tipo, y a mí me está gustando ya más que al principio”. Que si “nos gusta comer bien, viajar, ¿qué no nos gusta María?” le decía una a la otra. Nuevas, desenfadadas y renovadas risas. Disfrutaron, francamente disfrutaron las señoras. La extranjera que ya parecía sentirse de Marte, de lo extraño que le parecía todo, se semiescondía detrás de un móvil tratando de hacer que se concentraba en sus cosas. La camarera se acerca apesadumbrada al rato y les comunica a las señoras que ya hay una mesa libre que por favor se cambien a ella.
Y ahí va el gesto digno del día. A una de las señoras le pareció que sería muy incorrecto por su parte cambiarse, y así se lo comunicaron a la camarera: “Esta chica nos ha dejado sentarnos y ahora estaría muy feo cambiarnos, porque ella ha sido muy amable”. Ahí es nadie la señora, no sólo invade a la chica, sino que agradece su invitación (como si alguien la hubiera invitado), y tiene el buen gesto y la buena educación de no abandonar la mesa común. Si esta chica las había aceptado en los momentos difíciles de escasez de mesas, no iban ahora a huir de su lado sólo porque hubiera mesa libre. Eso si son buenos modales y ser consecuente. Ahí continuaron las tres amontonadas en una mesa, al lado de la mesa vacía. La camarera mirando a la extranjera, y la extranjera de vuelta con la sonrisita nerviosa y el gesto afirmativo entendiendo cada vez menos porqué estas señoras desconocidas ocupaban su mesa incluso ahora que había otra mesa libre en la cafetería.
Imagino a esta chica de regreso a su país contando “los españoles, cuando van a un bar y no encuentran mesa, se sientan en la primera que pillan, esté ocupada o no….”

2 comentarios:

  1. Yo me quedo con una duda, ¿No les invitó la extranjera a las consumiciones?

    Si las habían invitado a su mesa, era lo mínimo, ¿No?

    Estas extranjeras... si no se saben comportar, que no salgan de su país

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  2. Pobres ancianas tuvieron que pagar sus propias bebidas. Deberían controlar más las fronteras, entra cualquiera!!
    Buscadora de Utopías

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